lunes, 27 de octubre de 2014

OCTUBRE

















La conciencia del bien, que ni el oro,
Ni la sórdida fama, ni la esperanza del gozo celestial
Pueden comprar; sino una vida de absoluto bien,
De voluntad inalterable, de insaciable deseo
De felicidad universal, el corazón
Que late con él al unísono, el cerebro,
Cuya sabiduría siempre despierta se esfuerza por cambiar
La gran riqueza de la razón por su felicidad eterna.
Este comercio de la virtud más sincera no necesita
Señales contemplativas de egoísmo,
Ni relación celosa de cruel beneficio,
Ni equilibrios de prudencia, fríos y largos;
En justa e igual medida todo se pesa,
Un platillo contiene el sol de la felicidad humana,
Y el otro ¡EL CORAZÓN DEL HOMBRE BUENO!
SHELLEY
Queen Mab, Sección V, 223-237

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