viernes, 10 de octubre de 2014

EL MISTERIO DE CRISTO EN LOS CIELOS

A medida que un discípulo transita el CAMINO DE LA
SANTIDAD que conduce a los reinos espirituales, la experiencia
descubierta se vuelve aun más maravillosa e innovadora. En estos
niveles seráficos de existencia no hay velo que separa a los que viven
en la Tierra de aquellos que habitan los planos internos de luz. Desde
este plano súper físico, junto con aquellos Ángeles y aun en reinos
más elevados de luz, también se entiende y presencia los actos de las
almas humanas en una reencarnación, durante el periodo entre la
muerte en el plano físico y el renacimiento. Aquí uno también puede
observar el trabajo de los espíritus de la naturaleza y ver cómo sus
actividades están sometidas a lo que los científicos llaman las leyes
de la naturaleza. Aquí, en cada mañana de Cuaresma en medio de
hosannas triunfantes de Ángeles y Arcángeles, el Cristo luego de su
liberación de la encarnación anual en la Tierra, aparece en excelsitud
refulgente.
En el Templo de los Misterios Cristianos, se forma la gloriosa
procesión de Pascua alrededor de Su luminosa presencia, no como
un mero espectáculo sino como una forma mediante la cual se
transmite un poder trascendente sobre todos los que han sido
encontrados meritorios para ser sumados a Su compañía santificada.
Los cristianos místicos conmemoran la Pascua no sólo como un
evento histórico sino como un acontecimiento espiritual anual. En el
curso del año solar luego de Su descenso al corazón de la Tierra en el
tiempo cristiano, se levanta nuevamente con cada Tiempo Pascual
recurrente, para reascender al trono del Padre en los altos cielos para
la restauración de Sus poderes, antes de retornar nuevamente a la
esfera física en el tiempo del equinoccio de otoño.
En el momento de Su crucifixión, Cristo abandonó el cuerpo de
Jesús en el que había funcionado entre los hombres durante tres años
de ministerio y transfirió Su Espíritu al cuerpo planetario para
entonces ser su Regente. Hay un significado profundo en las palabras
que pronunció a Sus Discípulos después de la Resurrección.” Todos
los Poderes se me han dado en los cielos y en la Tierra”.













Cuando la raza humana sucumbió a la seducción de los
espíritus de Lucifer, se cambió el ritmo atómico del cuerpo físico del
hombre de tal manera que el fuego espiritual espinal se entonó con
las fuerzas luciféricas y recibió la señal de esos flamígeros Seres. La
misión de Cristo es la de contrarrestar esta condición al sustituir Su
ritmo y señal por aquella de los Luciferes – ya que Cristo como un
Arcángel es también un Ser de Fuego. Cuando esto se haya
conseguido, la vibración atómica del cuerpo del hombre le hará
inmune a las enfermedades y a la muerte. Los individuos de la Nueva
Era suscitan en sí mismos la enaltecida imagen del Cristo.
La Jerarquía de Aries contiene un modelo arquetípico del
hombre como fue creado “a imagen y semejanza de Dios”. Este
modelo se manifestará progresivamente en la Nueva Era. Las seis
constelaciones sobre el ecuador contienen, por así decirlo, esos
patrones en miniatura y las Jerarquías de las constelaciones
meridionales trabajan con la humanidad para traer dichos modelos a
su cumplimiento aquí en la Tierra. Por ejemplo, la Jerarquía de Aries
conserva este patrón perfecto del hombre cristificado. Libra, el signo
opuesto a Aries y el hogar de los Señores de la Individualidad,
trasunta este patrón cósmico de Aries y le ayuda al hombre a suscitar
estas manifestaciones.

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