domingo, 9 de noviembre de 2014

LOS FALSOS CRISTOS





















El culto a la letra muerta en la Biblia no es sino una forma más de idolatría, y nada más.
Un dogma fundamental de la fe no puede existir bajo la forma de un Jano de doble cara.
La “justificación” por Cristo no puede efectuarse por la elección o el capricho de uno, ya
sea por la “fe” o por las “obras”; y como Santiago (II, 25) contradice a San Pablo (Heb. XI,
31) y viceversa72, uno de ellos ha de estar equivocado. Por consiguiente, la Biblia no es la
“Palabra de Dios”, sino que contiene sólo las palabras de hombres falibles y maestros
imperfectos. Ahora bien, cuando se lee esotéricamente podemos descubrir que
contiene, aunque no toda la verdad, sí nada más que la verdad bajo una forma
alegórica… quot homines, tot sententiae (Hay tantas opiniones como hombres).
El principio Cristo, el despierto y glorificado Espíritu de la Verdad, puesto que es
universal y eterno, el verdadero Christos no puede ser monopolizado por persona
alguna, aunque esta persona se haya atribuido deliberadamente el título de “Vicario de
Cristo” o “Jefe” de una u otra religión estatal. Los espíritus de Chrêstos y “Cristo” no se
pueden limitar a un credo o a una secta determinada, por el hecho de que a una secta le
plazca exaltarse por encima de todas las demás religiones o sectas. El nombre de
Cristianismo se ha utilizado de forma tan intolerante y tan dogmática, especialmente
en nuestros días, que hoy es la religión de la arrogancia par excellence (por excelencia),
no más que un peldaño para conseguir las ambiciones personales, una prebenda para la
riqueza, la impostura y el poder, una máscara donde esconder la hipocresía. El noble
epíteto antiguo, aquel que hizo decir a Justino Mártir: “Por el mero nombre: somos los
mejores, es por lo que se nos censura”73, se halla ahora degradado.





















OCULTISMO PRACTICO
ELENA PETROFNA BLABATSKY

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